Nuestro Hogar en la 3ra Juventud

Nuestra vida se compone de una serie de desafíos y obstáculos que debemos superar con el paso del tiempo. Al nacer y dar nuestros primeros pasos, necesitamos de la cálida mano de nuestra madre, quien para darnos independencia nos introduce en un andador; al tomar  los primeros alimentos, un babero previene y protege de los resfríos y de ensuciar nuestra ropa; al hacer “nuestras necesidades”, un suave pañal o un divertido bacín nos hace entretenido el entrenamiento de nuestro cuerpo en el control de nuestras necesidades. El baño, no se escapa de estos cuidados. Una bañera multicolor, portátil, con closet y cambiador incluido, ahorra a nuestra mami ir del baño a la cama y del closet al bañero, haciendo de nuestro aseo un festival de caricias y juegos...

Sin embargo… el tiempo sigue transcurriendo, creceremos y pasamos de ser bebés a cuidadores de bebés, ha repetir el mismo cuidado y dedicación que tuvo nuestra madre con nosotros, y finalmente... Nosotros necesitaremos otra vez ser atendidos.

Así será... los años nos cobrarán el tiempo avanzado, cuando los pasos nos abandonen; cuando los alimentos escapen de nuestros labios; cuando la pila se escape al primer estornudo; cuando el entrar a la ducha sea una odisea, sobre todo un resbalón que nos ocasionó el moretón que nos llevó al borde de una fractura de cadera.

Pero... ¿Cómo es que la vida puede llevarnos por todos esos caminos? ¿De qué manera podemos prepararnos para soportar ese proceso, depender de  la atención de otros y vivir de una manera digna y lo más independiente posible?

Gracias a Dios, ahora el mundo también ha preparado una variedad de AYUDAS que van a hacer de este transitar a la Tercera Juventud, una etapa más llevadera. Todo esto obedece a la misma lógica con que empezamos la vida. Es decir, nuestros pasos serán auxiliados por ANDADORES, igual que cuando fuimos bebés, nos podremos apoyar en ellos si nuestro paso se niega a ser firme, (andador fijo, plegable, regulable, con asiento, etc.). Pero si es un dolor temporal y las piernas están fuertes, un tercer pie puede soportar esta inseguridad, pues tendremos a nuestro buen amigo el BASTÓN (de puño, canadiense, cuatro patas, etc.).

Cuando nuestros alimentos se vuelvan tan difíciles de llegar a nuestra boca, pues el temblor de nuestras manos hace que la pesada cuchara se vacíe sobre nuestras ropas, llenándonos de frustración y vergüenza, tendremos nuestra PECHERA IMPERMEABLE, que permitirá que sigamos practicando y venciendo a la cuchara, sin dejar de ser nosotros mismos los que nos alimentemos. Así no tendremos que cambiar trajes ni ocultar manchas.

En el momento del baño, no se puede perder la intimidad, no podemos permitir que otros agredan nuestro pudor, nos vean como un cuerpo más, pues es el nuestro y solo nosotros debemos asistirlo. Entonces, venceremos el mareo y la inestabilidad de nuestros años, con BARRAS de SEGURIDAD que nos guiarán hasta la ducha, siempre previniendo un resbalón con un PISO ANTIDESLIZANTE. A la hora de la ducha, debemos asegurarnos de contar con una silla (de esas que se usan para veranear de plástico) que nos reciba y permita asear cada rincón de nuestro cuerpo, cómodamente sentados bajo la caricia de la ducha y jabonarnos sin el riesgo de tropezar con el jabón, y sobre todo, sin la necesidad de tener las manos de otras personas sobre nuestro desnudo cuerpo.

Pero, “la pila”, a veces no espera a que lleguemos al baño, así como ”lo otro” y ¡oh, qué triste experiencia! sentir nuestra entrepierna húmeda o que a nuestro caminar se perciba el olor desagradable de… (sobretodo en las noches). Esto lo evitaremos si tenemos cerca de nosotros un SANITARIO PORTATIL que acortará el tiempo de llegada a un baño, nos dará comodidad y sobretodo se adecuará a la altura que nuestras caderas puedan sentarse, pues se regula según la altura de cada uno de nosotros. Si estamos ya en el baño, este SANITARIO puede colocarse encima del inodoro y elevarlo, así como proporcionarle la seguridad de los brazos para sentarnos.

Aunque no todos necesitaremos medicación en forma permanente, es importante tener en nuestro botiquín artificios que nos ayudarán a medicarnos, tales como un PASTILLERO, a través del cual, organizaremos los medicamentos que deberemos tomar según las horas y los días. A veces nos resultará difícil deglutirlas (pasarlas), entonces con un PULVERIZADOR de PASTILLAS, las haremos polvo, para mezclarla luego con nuestros alimentos. Si las dosis son muy elevadas para que nuestro organismo las absorva, y no existen presentaciones más pequeñas, entonces tendremos que acudir a un PARTIDOR de PASTILLA, que convertirán las dosis de 5grs en 2.5grs y hasta 1.25grs, tomando justo la dosis que nos recuperará la salud, sin tener que complicar otras partes del cuerpo (efectos adversos por sobredosis).

Nuestra natural fatiga, por el paso del tiempo, nos hará apreciar un buen sillón y, si fuera necesario desplazarnos sentaditos, una buena SILLA DE RUEDAS nos liberará de la soledad. Siendo esta la posición más reconfortante, puede convertirse en un suplicio para nuestras posaderas, llegando a producir, además de “escaldaduras” y hasta pequeñas escaritas, también inflamación a nuestras “partecitas”. Todo esto lo evitamos si es que antes de sentarnos, colocamos un ASIENTO GEL. Es increíble cómo este simple cojín amortiguará el peso de nuestro cuerpo sobre nuestros “pompas” y evitará que “ese huesito de la alegría” nos ponga tristes, al comportarse como una lanceta que cortará nuestra piel entre las nalgas.

Ante todo este recorrido de la Vida, que a todos nos espera, nunca olvidemos que saber dar el amor es necesario cuando nos corresponde ser padres. Nos dará más oportunidad para cosechar ese Amor de nuestros hijos, en el momento que más necesitamos.

Recordemos que éste es un camino que aprendemos a andar en cada acto de Amor, de Atención, de Ternura, para quien ahora nos necesitan y luego… necesitaremos.

Sí, La Vida es un carrusel… todo empieza y termina en el mismo punto… pero No estamos Solos.